domingo, 2 de marzo de 2014

Acaso de un paciente con síndrome neuroléptico maligno

El síndrome neuroléptico es un trastorno agudo de la termorregulación  y el control neuromotor y se presenta como una complicación grave del tratamiento con antipsicóticos,  representando casi siempre una emergencia neurológica. Se desarrolla aproximadamente en el 0.5-1% de todos los pacientes expuestos a los neurolépticos. 

Se caracteriza por la tríada hipertermia, rigidez muscular de origen extrapiramidal y deterioro del estado mental. En el 75% de los casos, se observan leucocitosis y elevación de la creatino fosfokinasa, siendo el 95% de los pacientes deficientes de hierro. Otros síntomas son taquiapnea (78%), diaforesis (60%) y oscilaciones de la presión arterial. Los síntomas extrapiramidales más frecuentes son la rigidez (90%) y el tremor (56%), aunque también se han reportado coreas y distonías.

Una vez que se manifiestan los primeros síntomas, la progresión es rápida alcanzando el punto máximo a las 72 horas. La duración de esta enfermedad oscila ampliamente, desde unas pocas horas hasta dos o más meses. Algunas veces se resuelve sin ningún tipo de tratamiento sin dejar secuelas, otras veces queda un parkinsonismo residual y, en el 5% de los casos, aún cuando se diagnostique y trate con rapidez, es fatal.


Aunque puede ser desencadenado por todos los fármacos antipsicóticos (clozapina, risperidona, prometazina, etc), son los neurolépticos más potentes como el haloperidol o la flufenazina los que lo producen con mayor frecuencia. El síndrome neuroléptico maligno también ha estado asociado a fármacos no neurolépticos que actúan sobre las vías dopaminérgicas (como por ejemplo la metoclopramida o el litio)


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